Hace
más de un siglo (1877) que el mundo conoce las manifestaciones pictóricas
prehistóricas de las cuevas francesas de Lascaux y Niaux o las españolas de
Altamira y Castillo, entre otras. En Uruguay también abundan manifestaciones
artísticas sobre superficies naturales; pinturas en rocas denominadas:
Pictografías o pictoglifos y grabados en roca denominados: petroglifos.
El
primer hallazgo en Uruguay fue realizado por el geólogo Clemente Barrial
Posadas en el año 1874. Se trata de una pintura con motivos antropomorfos,
ubicada en el arroyo La Virgen entre los departamentos de San José y Florida.
Arte rupestre: Del
diccionario, rupestre significa hablar de cosas pertenecientes o relativas a las rocas;
aplicándose especialmente a las pinturas y grabados que se encuentran en rocas
y cavernas prehistóricas. Entre los indígenas –como en cualquier sociedad- había
gente especializada en alguna actividad; así como había flecheros: individuos
especializados en el empleo o manejo del arco y flecha, los había en otros
órdenes. Quizás artistas, no con el sentido que hoy le otorgamos al término;
serían manifestaciones instintivas dado el grado de cultura que tenían,
sintiendo necesidad de expresarse por influencia e importancia que un hecho
determinado pudiera tener para la tribu.
Emplearon
para las pictografías, minerales como el ocre rojo y amarillo con fijadores de
extraordinaria duración o en su defecto, sangre con leche de tuna. Estas mismas
sustancias fueron empleadas en las cerámicas y quillapís por las mismas o
distintas parcialidades.
Las
pictografías se localizan con mayor concentración en Durazno, Flores, Colonia,
San José, Florida y Maldonado donde existen zonas con afloramientos graníticos
denominados Mares de Piedras, sobre todo, enormes bochas con cierta
inclinación, altura y orientación, en paisajes de praderas surcadas por ríos y
arroyos.
Vemos
que estas predominan al sur del Río Negro, mientras que los petroglifos o
grabados se encuentran en departamentos situados al NW de nuestro territorio:
Artigas, Salto y Paysandú; en superficies o afloramientos de basalto en el
suelo.
Antigüedad
probable: Petroglifos: 4000 a A.P.
Pictografía: 2000 a A.P.
Las
pinturas rupestres están expuestas a los agentes atmosféricos y a la
depredación humana. Debemos proteger este patrimonio nacional que nos
pertenece, para que lo sigan admirando generaciones futuras.
Los
técnicos se encargarán de buscar la forma de protegerlas de los agentes
atmosféricos y químicos; los docentes, educando a los niños y nosotros
colaborando, haciendo de nexo entre ambos.
Las
pinturas rupestres fueron elaboradas con materia prima mineral y vegetal. Por
medio de disparos de rayos laser y complejos espectrógrafos, se ha logrado
saber que se le agregaba jugo de cactus. Existen ejemplos etnográficos, en el
área donde fueron usadas, la sangre y orina.
En
Perú se utilizan para el teñido de las lanas de camellos, distintas sustancias
vegetales; también, unas conchillas que se reproducen en las hojas de los
cactus y se le agrega “orina de niños”…
Las
técnicas utilizadas para las pinturas fueron variadas: se emplearon los dedos
en forma puntal y lineal, pinceles de distinto grosor, encontrándose trazos muy
finos. El soplado de polvos de colores con distintos utensilios, diseños de
manos en positivo y negativo, previa preparación de las superficies, etc.
Los
diseños son realistas: imágenes humanas, animales y otras estilizadas figuras.
Desde simples líneas a complicadas figuras: como la de Colonia Quevedo: se
presenta como un laberinto o meandro. También hay máscaras, zig-zag y puntos; hasta una figura casi humana que ha
sido denominado “El Bailarín”, en Maestre de Campo.
Según
los últimos estudios, se pudo determinar la existencia de distintos momentos en
su realización, con agregados y superposiciones; lo cual según Consens
indicaría: “reformulaciones,
revaloraciones y la habilidad de no solo aceptar sino de promover cambios que
son la esencia de toda cultura”. (1)
El
color rojo en las pinturas -ha sido determinado por laboratorios americanos-
sería óxido de hierro y estaría mezclado con savia de cactáceas. Según un Informe,
la savia se transmutó, lo que la hacía difícil de reconocer por el sometimiento
a altas temperaturas ambientales, durante períodos prolongados; reconocidas en
nuestro país, miles de años atrás, coincidiendo con la antigüedad de las
pinturas.
Lo
primordial del arte rupestre es que su valor no radica necesariamente en el
producto final (el diseño), sino en la acción de su ejecución. O sea, lo
fundamental no son los signos sino la ceremonia, el contexto de su realización
en el cual con “estados alterados de la conciencia” e incluso los alucinógenos,
pudieron formar parte del mismo.
Otro
dilema a resolver para el entendimiento del arte rupestre y poder determinar
por quienes fueron realizadas, es que no se ha hallado ninguna asociación con
otros restos. Solo en algún sitio han registrado, en sus contextos, otros
artefactos, sin que se pueda establecer, si estaban relacionados con las
pinturas. Los artefactos encontrados en cuatro sitios con grabados investigados, tienen contextos complejos, integrados con
diversos artefactos, restos de fabricación lítica como restos de talla y
retalla, restos de comidas y de su preparación e incluso una ofrenda compuesta
por una concha traída de 40 kms., recubierta de ocre rojo, fechada en el
exterior en 750 años de nuestra Era. Las técnicas empleadas en los grabados: se
usó el picoteado en finas incisiones regulares e irregulares. Se advierten
percusiones tenues y profundas, continuas y discontinuas, con preparación y/o
modificación de superficies. Pulidos e incluso alisados dentro de diseños
previamente picoteados.
Las
pictografías se hallan sobre bloques de granito aislados y redondeados.
Registran trazos y formas geométricas abstractas con variedad de diseños: cruciformes,
círculos radiados, almenados, algunos positivos o negativos de manos, aunque
pocos; alguna con indicios de forma antropológica, grecas y de forma
laberíntica, como la ya mencionada en Colonia Quevedo.
La
mayor concentración fue hallada en Chamanga; en el Este del departamento,
próximo al límite entre Durazno y Florida; donde han sido relevadas 60 o 70
pinturas.
Hay
motivos similares a las halladas en la Patagonia Argentina, con grabado fino y
miniatura; siempre monocromáticas pero en distintas tonalidades de rojo. No hay
motivos de caza o de animales como en otras partes de América y del mundo.
Son
difíciles de localizar y aún cuando se encuentran, para poder verlas, depende
de la cubierta de líquenes que las cubre. Pero aún estando al descubierto, depende
la posición con respecto a la luz. Por ejemplo: algunas se ven de mañana, otras
de tarde e incluso en distintas épocas del año. Observamos que mojadas resaltan
más.
Al
recorrer los sitios con pinturas, nos planteamos una hipótesis; se la manifestamos
a un arqueólogo que no la comparte. Pero, conversando con Andrés Florines, nos
animamos a planteársela y compartimos la hipótesis. Creemos que representan
marcadores de territorio en una amplia faja de territorio que abarca Flores,
Durazno, San José, Colonia al Este hasta Maldonado al sur del Río Negro.
Quedando
entre dos culturas muy diferentes, ubicados al Este: los constructores de los
Cerritos y al Oeste los grupos alfareros
litoraleños de los ríos Paraná, Uruguay y el Plata. Y porqué no una tercera: al
norte del Río Negro, con manifestaciones en petroglifos o piedras grabadas,
pero en bloques o afloramientos superficiales horizontales. Todos grupos
contemporáneos según las dataciones.
Establece
Florines: “Una aproximación alternativa a
su significado es su funcionalidad: ¿Para qué dejar una señal perenne en el territorio? En este sentido una
explicación posible puede ser la necesidad de marcar o reclamar un territorio
para uso exclusivo, una forma de comunicar a otro grupo humano, un derecho de
uso prioritario.”
Continuando
con los relatos sobre nuestros viajes por los sitios con manifestaciones
prehistóricas, en el mes de octubre de 1999, nos trasladamos al departamento de
Flores, concretamente a Trinidad. Conocíamos a Mario Magallanes, integrante de
la Comisión del Patrimonio Municipal.
En
primera instancia, fuimos a ver una pintura sobre el arroyo Porongos, por ruta
14. La pintura estaba cercada por un recuadro de tejido para evitar que los
animales la dañen.
Después
visitamos la reserva de fauna, una estancia que parecía un cuartel con un gran
corral de piedra, muy antigua. Luego, llegamos hasta la Gruta del Palacio.
Al
otro día, nos trasladamos a una estancia en Chamanga; estaban trabajando técnicos alemanes: estudiaban las pinturas,
observando mapas geográficos aéreos de las zonas.
Almorzamos
en la estancia “Margarita” donde su dueño nos sirvió suculento almuerzo que
compartimos con los técnicos alemanes y varios integrantes de la Comisión del
Patrimonio Municipal.
Recorrimos
la estancia; pasamos varias porteras, donde vimos rocas (bochas) con distintos
motivos rupestres. Algunos claros y otros, no tanto.
Luego,
pasamos a la otra estancia turística llamada “La Esperanza”, donde vimos la
última roca, que se podía distinguir muy poco, producto del ataque de líquenes.
Había
bochas superpuestas; en algunas se observaban pozos de más o menos 40 cm de
diámetro y 20 cm de profundidad. Contenían agua donde se formaba un óxido
rojizo que teñía los dedos de rojo.
Los
técnicos alemanes han demostrado que perduran más las que no tienen fijador. Se
cree que empleaban grasa –aloe-, sangre y otras sustancias vegetales para fijar
la pintura a la roca, previa preparación de la superficie; parece haber sido
limpiada y pulida.
Vimos
una gran roca clavada, inclinada como un “dolmen”.
Observamos
que, todas las pinturas están en bochas
de roca más o menos esféricas, de 2 a 3 mts. de altura. Todas orientadas hacia
el Norte. (NW o N) nunca al Sur. Los colores son rojo ocre; posiblemente
mineral ferroso o hematites.
Lugar
donde se encuentra la pintura rupestre en el Cerro Pan de Azúcar, Piriápolis, cercada
para su protección.
En
noviembre de 2001, en la Escuela N° 20 de San Pedro, se llevó a cabo una
conferencia sobre Arte Rupestre y, especialmente, sobre Pictografías. El Lic.
en Antropología Andrés Florines, fue invitado por el Grupo Guidaí de
aficionados a la arqueología de Colonia, el cual integrábamos.
De
esta charla extraemos lo siguiente: El técnico exponía el tema con preguntas
que todos nos formulamos: quiénes las realizaron, qué significan, qué
antigüedad tienen, etc. Preguntas muy difíciles de contestar; aún hoy con los
avances realizados por la arqueología. Algunos aportes fueron brindados por los
estudios contextuales de la región: según dataciones realizadas o tiestos de
cerámica que fueron fechados en 1170 A.C. aunque pueden tener 2000 años de
antigüedad.
En
junio del 2001, fuimos a la estancia
donde se encuentra la única pintura rupestre encontrada, hasta el momento, en
Colonia.
El
Sr. Martín Zerpa de Colonia Suiza, es el dueño de la estancia “La Taba”. No nos
podía acompañar pero nos dio la autorización para poder visitarla y llave en
mano de la portera nos dirigimos a la zona “Colonia Quevedo” donde se encuentra
la pintura.
Luego
de llegar al lugar, la observamos y fotografiamos: se podía ver un dibujo
abstracto, laberíntico, de color rojo ocre. La misma se orienta al Norte, como
las anteriores que visitamos en Flores y Durazno. A una altura aproximada de
1.40 mts. del suelo, con un ancho de unos 65 cm. y 40 cm. de alto.
En
el entorno, dentro de unos árboles de la flora indígena, hay unos “piletones”
de bordes redondeados, con una circunferencia de 80 a 100 cm. (aprox.) y una
profundidad de 40 o 50 cm. (aprox.); donde se apreciaba un microclima especial,
parecían saunas naturales.
Mario
Magallanes, nos había manifestado que, en el entorno de algunas pinturas, se
encuentran esas “palanganas” de piedra, pero más pequeñas (40 o 50 cm.)
Cerca
de la pintura había una pequeña casilla de chapa donde se guardaban las
herramientas de unos picapedreros que trabajaban en el lugar, que era explotado
por la Intendencia como cantera de balastro, donde se cortaba el granito,
perjudicando y corriendo gran riesgo, la pintura y la “pileta”.
Años
después, en el Día del Patrimonio, con un grupo de personas del Museo de
Colonia Suiza y ciudadanos, volvimos a visitar el lugar. En esta oportunidad,
hicimos de informante, acompañados por el dueño de la estancia “La Taba”.
En
el año 1999, algunos de los bloques con pictografías fueron declarados
Monumento Histórico Nacional y en el año 2010, ingresó al Sistema Nacional de
Áreas Protegidas.
Chamanga
es el único paisaje natural protegido de contenido cultural y está ubicado en
su totalidad en campos privados. La localidad rupestre de Chamanga está
registrada a través de la Delegación Permanente de Uruguay ante la Unesco para
solicitar que sean declaradas Patrimonio Mundial de la Humanidad. El técnico,
especialista en arte rupestre, Andrés Florines, establece: “La experiencia me permite decir que los uruguayos no tienen una
relación amigable con la Prehistoria de su territorio. Quizás, porque lo
sienten como algo ajeno; quizás, porque sus antepasados bajaron de los barcos,
españoles o italianos. Creo que es necesario un trabajo de educación, pero
también es imprescindible generar valor sobre los signos que nos legaron
quienes vivieron e intervinieron este territorio, a partir de una etapa
prehistórica que se inició hace 10 o 12 mil años.”
Es
lo que modestamente pretendemos con este trabajo, que se conozca esa simbología
prehistórica y ayudemos a protegerla para las futuras generaciones; mientras se
continúa investigando su significado.
Describir
los viajes que realizamos por nuestro país y su prehistoria, tiene como
objetivo, contribuir al conocimiento de lugares que guardan un rico acervo
cultural; parte de nuestro invalorable patrimonio.
Mapa con Identificación de Sitios Arqueológicos
Muy interesante los datos.
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