viernes, 21 de julio de 2017

clasificación de arco y flechas

ARCO Y FLECHA

En los orígenes de la humanidad, la influencia de los factores climáticos y geográficos pudo ser muy poderosa. El proceso de hominización parece estar ligado a un factor climático, como fueron las glaciaciones. La marcha bípeda, que al liberar las manos habría de jugar un papel fundamental en la aparición de la cultura y del hombre tal como hoy lo conocemos, probablemente prosperó como forma de adaptación a la vida en llanura. Por el descenso de la temperatura, las selvas comenzaron a retroceder y a ser sustituidas por grandes sabanas; la marcha erguida fue una adaptación exitosa para los primates en los que se dio la mutación, permitiendo un desplazamiento más rápido y ampliando el campo visual y territorial.

El caminar erguido le permite utilizar las manos con mayor libertad, haciéndolas fundamentales para el manejo y fabricación de instrumentos.
El territorio uruguayo en los últimos 10.000 años ha ido cambiando mucho hasta llegar a lo que hoy conocemos, y los pueblos que lo habitaban tuvieron que adaptarse a crudas realidades para subsistir a esos cambios, empleando nuevas tecnologías, a veces, abandonando otras, cambiando de hábitat, etc.
Cambios climáticos que produjeron aumentos y avance de las aguas oceánicas, descensos y aumentos de temperatura que nos haría imposible subsistir a nosotros con las vestimentas y refugios utilizados por ellos.


Faltas de lluvias provocaban desertificaciones que cambiaban flora y fauna transformando formas de alimentación y obligándolos a cambios territoriales.
Es imposible entonces pensar que la prehistoria se desarrolló en ambientes similares a los actuales.
Los imprevistos cambios climáticos y geográficos, ambientales y ecológicos ocurridos en nuestro territorio establecieron transformaciones no solo en los artefactos, sino en la estructura de las sociedades arcaicas, manejo de los espacios, de la fauna y flora.
Los cambios ambientales ocurridos no solo se circunscribieron a nuestra área geográfica, sino producidos a escala regional o mundial como las enormes sequías y las glaciaciones a que referíamos, teniendo que tomar drásticas medidas para evitar la desaparición del grupo, transformando la estructura de los grupos, número de integrantes, limitando la procreación y a veces produciendo infanticidios; desplazamientos, divisiones y fusiones intertribales para subsistir.

Cuando las condiciones ambientales se estabilizaban permitía un equilibrio socio cultural, entonces se producían los adelantos tecnológicos, aparece la cerámica o la mejoran adaptándola al procesamiento de alimentos y su conservación.
La estabilidad permite consolidar nuevas estructuras de organización social estableciendo áreas de asentamiento en aldeas. Se produce un aumento demográfico que exige una mayor especialización y distribución de tareas y sin dejar de lado las actividades de carácter simbólico y ritual.

Por la ley de la evolución manifiesta Herbert Spencer: “Los organismos más simples son más homogéneos a su interior y tienen una estructura y funciones menos diferenciadas, con la evolución se van diferenciando y haciendo más complejos. Del mismo modo, las sociedades primitivas, están compuestas por individuos que son más homogéneos y parecidos entre si y la individualidad de cada uno no está bien definida; con la evolución -establece Spencer- surgen nuevas y variadas organizaciones, la estructura y las funciones se diferencian al igual que los individuos”.
Emilio Durkheim trabaja aquí con la comparación entre dos tipos polares y opuestos de sociedad: las sociedades primitivas, con escasa población y división de trabajo y las sociedades avanzadas, más densas y con una división del trabajo mucho mayor.

En las sociedades arcaicas, es un hecho la escasa división del trabajo; cuando la población es poco numerosa y está asentada en un territorio amplio, puede sobrevivir realizando el mismo tipo de tareas y explotando los mismos recursos. En estas circunstancias, los sujetos se diferencian poco entre sí;  la sociedad está formada no por un conjunto de personas que son y hacen cosas distintas, sino por familias o clanes, todos similares que desarrollan la misma tarea.
Cuando la densidad de la población aumenta, la división del trabajo se hace mayor y las personas comienzan a diferenciarse entre sí, como resultado de que cada  uno realiza tareas distintas, comienza a darse una interdependencia entre todos los miembros del grupo; este deja de estar segmentado y presenta ahora una determinada organización.

El principio que rige este tipo de sociedad es la diferencia y el vínculo que une a sus integrantes constituyendo la “solidaridad orgánica”, la diferencia de los miembros del grupo permite que cada uno de ellos desarrolle su propia individualidad, por lo cual comienza a predominar la conciencia individual sobre la colectiva”. (Introducción a la sociología, Adriana Marrero, 6ta.edición, Marzo 1997, Fundación de Cultura Universitaria.)
Esto parece sugerir que cuando el hombre toma de la naturaleza los medios para su existencia con excesiva facilidad, puede no superar la etapa de economía de recolección y caza; pero, si el ambiente impone condiciones muy rigurosas para la supervivencia, las sociedades humanas pueden adquirir un volumen importante de recursos, ya que éstos son tan escasos, siendo muy pequeño el número de miembros que pueden sobrevivir con ellos, es el caso de nuestros pueblos de cazadores- recolectores. 

En el caso de las tierras heladas, sus habitantes se encuentran aún hoy con este dilema.
En los aspectos estrictamente sociales, las influencias climáticas son superadas ampliamente por las culturales, y cuanto más compleja es la cultura material de un pueblo, menor es la incidencia del factor climático o geográfico sobre dicho pueblo.
El hombre utilizó diversos materiales para elaborar sus artefactos pero la piedra por su perduración inalterable tiene una importancia fundamental para el estudio de las numerosas culturas permitiendo reconstruir parte de su pasado.

En sitios donde es posible elegir entre varios tipos líticos se considera que supieron elegir conscientemente la materia prima a utilizar según el artefacto a elaborar; es así que elegían el material según la dureza y la tenacidad.
La dureza permitirá elaborar piezas según la función y la duración del elemento a realizar y la tenacidad permite el lascado y tallado según el tipo de roca prefiriéndose las de fractura concoidal que son las que en la talla se logran lascas con superficies cóncavas o convexas.
Por lo general, se emplean rocas silíceas mientras que los cuarzos son más difíciles de tallar quebrando en pequeños trozos.
Y no escapa a la tecnología y ergología lítica las características de que deben tener los materiales utilizados para las puntas de proyectil, elementos indispensables para la defensa y abastecimientos de alimentos.

Para la elaboración de artefactos líticos, se requiere conocimiento de factores tales como geología, estructura y componentes de la materia prima, fuerza aplicada y reacciones, formas y ángulos, los soportes para realización, forma, peso y materia prima usada.
Se procesa impactando una piedra ( núcleo) en una posición determinada con otro núcleo denominado percutor con fuerzas y ángulos precisos y luego con otros materiales como madera, hueso u otro percutor lítico más pequeño se va retocando la lasca obtenida con el primer impacto hasta formatear el útil a la forma requerida.
Se pueden utilizar apoyos denominados yunques, lo que se denomina percusión con tres elementos y que deja rastros bipolares en el objeto.
Los litos tienen composiciones y estructuras distintas si tienen la red cristalina bien organizada, los resultados del tallado serán más precisos.

La lasca forma en la cual se producirá el golpe de extracción se debe preparar cuidadosamente para predecir el largo, ancho y espesor de la lámina a obtener.
Las rocas pueden estar constituidas por una sola especie mineralógica o por varias que son las más frecuentes. Los principales minerales petrográficos son sílice (sobre todo en forma de cuarzo), silicatos (en especial feldespatos), micas, piroxenos y anfíboles, y carbonatos.
Las rocas de la corteza terrestre se dividen en tres grupos: eruptivas (ígneas), sedimentarias y metamórficas.
Las rocas eruptivas o ígneas se originan en zonas internas de la corteza, se forman al cristalizarse el magma, es decir masas minerales en fusión.
Las rocas sedimentarias se forman en zonas superficiales de la corteza terrestre, se originan por sedimentación de materiales rocosos procedentes de la erupción de rocas preexistentes o por precipitación de sales disueltas en las aguas de cuencas marinas.
Las rocas metamórficas se originan por transformación, bajo los efectos de altas presiones y temperaturas de rocas preexistentes.

Una característica que suelen presentar las rocas metamórficas es la orientación preferencial de sus componentes minerales como resultado de las presiones dirigidas a que fueron sometidas. Esta característica le comunica a la roca un comportamiento particular haciéndola fácilmente separable o fisible por los planos en que se han orientado los minerales.
Algunos investigadores sostienen, luego de experimentación, que tanto el peso de las puntas como de los astiles es indicador de la funcionalidad del proyectil. (Fenega-1953)
Para obtener la máxima estabilidad direccional y una efectiva penetración, el peso de la punta debe repartirse a lo largo del astil, ya que si no el vuelo de la flecha es muy corto y de poca potencia. Otros investigadores le dan al área de enmangue más importancia como indicador funcional al considerar que esta zona debe correlacionarse con el diámetro del astil (Forvis-1960-Wyckoff-1964); y se ha llegado a demostrar que las puntas de flecha de unos 5 cms. de longitud son las más efectivas.
(J. Browne-1938-1940)

Los pueblos actuales emplean flechas que pesan entre 20 y 30 grs. aprox. Se han empleado flechas de hasta 42 grs. de peso (Pope-1962). Las que pesan 14 grs. empleadas con arcos simples han demostrado gran eficacia en presas grandes como cérvidos.
Los proyectiles que sobrepasan los 35 mm. De longitud tienen una mayor posibilidad de quebrarse siendo menos efectivos llevando a que requiera tiempo y trabajo para su recuperación (reactivación).
En el material arqueológico europeo revela la existencia de  puntas de muy escaso peso, apenas 2 grs., 1.5 grs. y hasta más ligeras de apenas 0,7 grs. y casi todas las puntas bifaciales neolíticas se sitúan en torno a los 2 grs. de peso.
Los factores más importantes que afectan tanto a la velocidad que alcanza la flecha como la del disparo, son el diseño del proyectil y del arco, así como el peso del primero y la materia prima empleada en la fabricación del arco.

La velocidad inicial del lanzamiento depende de tres variables básicas: la magnitud de la fuerza desarrollada por el arco, la velocidad de transmisión de la misma a la flecha y la masa a desplazar. El excesivo peso de la punta o su defectuosa distribución a lo largo del astil disminuye la velocidad y la eficacia. A sí mismo la velocidad de expansión de los brazos y de la cuerda determinará en gran medida la cantidad de energía cinética inicial que se transfiere a la flecha.
Los arcos simples no sobrepasan los 200 mts. de distancia.
Evidentemente que la aparición del arco en el acervo cultural y tecnológico de uno o varios grupos es el resultado de una evolución producto de un largo proceso de experimentación. La complejidad del sistema de fabricación y el control de todos los factores que inciden en la mayor o menor eficacia del arco, ha llevado un proceso evolutivo largo y costoso pasando del arco simple al arco reforzado y al compuesto.

Los primeros prototipos de arcos estarían realizados de ramas más o menos rectas y gruesas o bien de árboles jóvenes con muy poca modificación. Los astiles serían fabricados de una sola pieza a partir de ramas rectas y delgadas de árboles también jóvenes y no estarían emplumadas. Análisis polínicos de cuevas de España demuestra la existencia en el entorno de las materias primas necesarias para arcos y astiles.
Así los primeros pudieron estar realizados en madera de olmo, nogal o tilo mientras que para los astiles a partir de ramas de pino, avellano , etc.
Se vio que los proyectiles que sobrepasan los 35 mm. de longitud son más propensos a quebrarse, así las puntas de flechas no sobrepasan los 5 grs. de peso y la anchura de la zona de enmangue no supera los 11mm. de longitud. El diámetro de los astiles normalmente se sitúa entre los 8 mm. y los 9 mm.
La forma de las puntas determinan en gran medida los sistemas de sujeción al astil.

Se supone debieron ser pegadas y atadas a los astiles. También el análisis polínico del yacimiento de las cuevas españolas estudiadas, constata la presencia de árboles cuyas resinas son susceptibles de ser utilizadas como elementos adhesivos: El caso del pino y del abedul.
Por otro lado, la presencia de vestigios de ocre y el descubrimiento de una plaqueta con restos de este material asociado a estructuras de combustión podría indicar el uso de resina, ocre y cera para la elaboración de pegamentos de gran consistencia. Además los proyectiles pudieron ser atados a los astiles con fibras vegetales y/o tendones de animales del mismo.
“En el caso de las puntas con aletas y pedúnculo, el sistema de enmangue que proponemos se realizaría mediante un cajeado en el extremo distal del astil, perpendicular al eje longitudinal del mismo. En esta muesca se introduciría el pedúnculo hasta el punto de unión con el arranque de las aletas, sujetándolo al astil con resinas y/u otros elementos adhesivos”.

Nosotros esta hipótesis la habíamos probado sin adhesivo pero quedaba con la atadura reforzando el enmangue, actuando las aletas como tope entre la punta y el astil, impidiendo el retroceso de la punta en el momento del impacto.
“… Ante la dificultad existente en la actualidad para asignar a los materiales arqueológicos (del Uruguay) concretas identificaciones etnográficas; se observa la tendencia a realizar este tipo de asignaciones sin un satisfactorio apoyo documental, por escasas referencias históricas la ergología particular de cada uno de los grupos etnográficos, con excepción de algunos casos limitados en los materiales de origen guaraní. ( Consens et al;1979: 1)
Los grupos conocidos no tenían sitios de asentamientos fácilmente identificables por la bibliografía estudiada porque los encuentros eran accidentales o por haber sido sitios de combate. Distintas investigaciones en documentos, cartas, mapas y relatos de contactos tardíos, más o menos, han localizado montículos y sitios arqueológicos interesantes para un estudio contextual de patrones que reflejen la conducta humana permitiendo estudiar la variedad de materiales en lo numérico y en la tipología.

Las puntas de proyectil sufren durante su vida útil modificaciones como fragmentaciones al impactar sobre rocas, árboles, huesos de animales. Esto lleva a que necesiten ser reactivadas ya sea por falta de materia prima para confeccionar nuevas, economizar esfuerzo y por la movilidad de los grupos tras las presas de caza, etc.
El éxito de la durabilidad del proyectil puede depender del tipo de materia prima, la confección y la forma del enmangue al astil.
Al referir economizar esfuerzo es conveniente indicar que realizar una punta nueva lleva alrededor de 20 minutos mínimos y para rejuvenecerla solo alcanzan 5 minutos.
Esto lo comprobamos experimentalmente con un amigo que realiza el tallado de puntas.

Al reactivar una punta quebrada cambiarán las dimensiones y la forma original.
La mayor variación como es lógico, recae sobre el largo y en parte proporcional el ancho variando menos el espesor. En las puntas pedunculadas este se mantiene constante. Si las aletas de las puntas se fracturan se modifica la morfología de la punta convirtiéndose en las denominadas puntas con hombro.
Se cree que la reactivación o restauración se realizaba con la punta enmangada. Al reactivarse enmangadas lo que menos varía es el pedúnculo; entonces, Femenías/ Iriarte clasificaron las puntas de proyectil en base a la morfología del pedúnculo. Este dato nos proporcionó el mismo Femenías, director en su momento del Museo de Canelones, mientras nos hacía una demostración práctica en vidrio, conversando en la puerta del Museo. Le dio forma con un trozo de asta de venado o percutor blando como se le conoce y nos indicaba que tenían en el museo unas 25.000 piezas líticas de la colección de Don Antonio Taddei con más de 1000 puntas del Río Negro medio y de Tacurembó.

Es así que las clasificaron en 4 tipos: yaguarí,  yaguanesa, paso del puerto y zapucay; la denominación corresponde al área geográfica en donde predominaban los distintos tipos.
Al fabricar las puntas de proyectil se tuvo en cuenta para qué serían utilizadas, lo que haría que tuvieran distintas formas.
No era lo mismo emplearlas para cazar animales grandes, que para aves o peces, que tienen distintas masas corporales, reacciones diferentes al constatar la presencia del hombre. Las distintas formas determinan el empleo teniendo en cuenta la distancia de aproximación pero siempre va a determinar esas formas, la estructura de la materia prima, las técnicas empleadas para su confección y la reutilización.
A veces, se encuentran puntas pequeñas que algunos investigadores creen utilizadas para aves,  realizadas por niños aprendiendo a tallar y sin embargo, pueden ser puntas reutilizadas al quebrarse y que obliga a su recuperación para ser empleadas como proyectil, a la falta de material accesible.

En un trabajo de Rafael Suarez Sainz sobre “Islas, lobos marinos y cazadores-recolectores-pescadores del litoral uruguayo” en las conclusiones refiere a las colecciones particulares de Carlos Seijo (1945) de Maldonado-Punta del Este y de Carlos Maeso (1977) de Cabo Polonio- Valizas:
“Estas espléndidas colecciones presentan algunos problemas a la hora de embarcarse en su estudio: recolección asistemática- selectiva y falta de contexto son los más destacados.”.
 Sin embargo, en ellas se pueden rescatar importantes y valiosos datos. A pesar de las restricciones presentadas, vamos a señalar aspectos fundamentales en cuanto a la información que brindan las colecciones arqueológicas. Primeramente hay que advertir que la enorme cantidad de material arqueológico presente en las colecciones es improbable encontrarlo en excavación (aspectos cuantitativos); un ejemplo de esto lo marca la excavación I de Cabo Polonio de la cual se logró recuperar una sola punta de proyectil (perteneciente al período inmediatamente anterior al descubrimiento.
(Lopez-1993ª)  
En cambio en las colecciones es frecuente encontrarse con centenares de estos objetos. Estos materiales de las colecciones creemos que sirven fundamentalmente para complementar el material recuperado en excavación. En segundo lugar, estos materiales provenientes de las colecciones arqueológicas son útiles pues permiten mejores condiciones para estudiar el conjunto artefactual de los grupos humanos que prehistóricamente ocuparon nuestro litoral atlántico. (Suarez-1995)

Estas colecciones también nos permiten a través de la comparación etnográfica visualizar las distintas actividades que se realizaron en nuestras costas (Ver tabla I).

Tabla I. Comparación etnográfica: instrumentos y actividades específicas.
Instrumentos 
Actividades
Manitos de moler, piedras con hoyuelos, morteros 
Procesamiento vegetales y/o pescado
Puntas de flechas y boleadoras
Caza
Pesas de red líticas
Pesca
Hachas lascadas y pulidas
Corte de madera
Mazas, rompecabezas y lenticulares
Guerra y/o caza
Ornitolitos y zoolitos
Ritual, simbólica
Enterramientos y ofrendas
Funebria

Según José Iriarte y Rafael Suarez (1993)
Fuente: Colecciones Seijo Gallinal (Museo histórico nacional)— Textual.

En base a las colecciones arqueológicas prehistórica se basaron J. Femenías y José Iriarte para el estudio y construcción de una cronología cultural; un primer paso para el estudio de las puntas de proyectil en este caso del Río Negro Medio.
Evidentemente que los materiales colectados selectivamente y falta de contexto,
-aunque algunos estudios se realizaron estratigráficamente- dificultan reconocer la profundidad cronológica y la filiación cultural.
El análisis funcional de base microscópica es el único método que permite identificar los diferentes tipos de materiales y sustancias trabajadas como así también de las acciones realizadas con los artefactos líticos. Así se logra acercar a los usos a los cuales han estado sometidos los instrumentos a partir de su manufactura, se realizan experiencias sistemáticas que consisten en la reproducción de artefactos líticos y su utilización sobre diversos materiales; luego se analiza el material lítico proveniente de contextos arqueológicos. En un programa experimental, producir y describir diferentes tipos de rastros de uso microscópico en materias primas locales (cuarcitas, calcedonias, sílices, riolitas, basalto y areniscas silicificadas) al ser utilizadas sobre materiales como gramíneas, madera, piel, hueso, etc. Y luego comparar los análisis con los artefactos líticos de un sitio.

Desde los inicios de las investigaciones arqueológicas, las interpretaciones sobre la utilización de artefactos estaban centradas principalmente en la forma de los objetos hallados y de allí derivaba su nomenclatura.
Nombres como raederas, raspador, cuchillo, punta de flecha, etc. son términos descriptivos. (Sensu Mansur-1987)
Por ello, en algunos casos, tanto era más importante la funcionalidad del objeto analizado como cuanto más complejas eran sus características macro-observadas.
Aquellas nomenclaturas de pretensiones funcionales ya se han constituido en categorías tipológicas aceptadas casi unánimemente.
Todas las colecciones particulares presentan a la hora de su estudio, las limitaciones ya señaladas: son recolecciones superficiales asistemáticas- selectiva y falta de contexto.

Igualmente se pueden obtener datos importantes y valiosos; hay una enorme cantidad de materiales que es casi imposible encontrarlo en trabajos estratigráficos y que permiten mediante la comparación etnográfica, visualizar las distintas actividades que se realizaron in situ.
Como por ejemplo: una punta de proyectil o boleadora implica una actividad de caza, hachas para corte de árboles, mazas, rompecabezas y lenticulares guerra y/o caza, pesas líticas para pesca, ornitolitos y zoolitos indican  ritual- simbólica, enterramientos y ofrendas, funebria.( J. Iriarte y Rafael Suarez ) 








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