ARCO Y FLECHA
En los orígenes de la humanidad, la
influencia de los factores climáticos y geográficos pudo ser muy poderosa. El
proceso de hominización parece estar ligado a un factor climático, como fueron
las glaciaciones. La marcha bípeda, que al liberar las manos habría de jugar un
papel fundamental en la aparición de la cultura y del hombre tal como hoy lo
conocemos, probablemente prosperó como forma de adaptación a la vida en
llanura. Por el descenso de la temperatura, las selvas comenzaron a retroceder
y a ser sustituidas por grandes sabanas; la marcha erguida fue una adaptación
exitosa para los primates en los que se dio la mutación, permitiendo un
desplazamiento más rápido y ampliando el campo visual y territorial.
El caminar erguido le permite utilizar las
manos con mayor libertad, haciéndolas fundamentales para el manejo y
fabricación de instrumentos.
El territorio uruguayo en los últimos
10.000 años ha ido cambiando mucho hasta llegar a lo que hoy conocemos, y los
pueblos que lo habitaban tuvieron que adaptarse a crudas realidades para
subsistir a esos cambios, empleando nuevas tecnologías, a veces, abandonando
otras, cambiando de hábitat, etc.
Cambios climáticos que produjeron aumentos
y avance de las aguas oceánicas, descensos y aumentos de temperatura que nos
haría imposible subsistir a nosotros con las vestimentas y refugios utilizados
por ellos.
Faltas de lluvias provocaban
desertificaciones que cambiaban flora y fauna transformando formas de
alimentación y obligándolos a cambios territoriales.
Es imposible entonces pensar que la
prehistoria se desarrolló en ambientes similares a los actuales.
Los imprevistos cambios climáticos y
geográficos, ambientales y ecológicos ocurridos en nuestro territorio
establecieron transformaciones no solo en los artefactos, sino en la estructura
de las sociedades arcaicas, manejo de los espacios, de la fauna y flora.
Los cambios ambientales ocurridos no solo
se circunscribieron a nuestra área geográfica, sino producidos a escala
regional o mundial como las enormes sequías y las glaciaciones a que
referíamos, teniendo que tomar drásticas medidas para evitar la desaparición
del grupo, transformando la estructura de los grupos, número de integrantes,
limitando la procreación y a veces produciendo infanticidios; desplazamientos,
divisiones y fusiones intertribales para subsistir.
Cuando las condiciones ambientales se
estabilizaban permitía un equilibrio socio cultural, entonces se producían los
adelantos tecnológicos, aparece la cerámica o la mejoran adaptándola al
procesamiento de alimentos y su conservación.
La estabilidad permite consolidar nuevas
estructuras de organización social estableciendo áreas de asentamiento en
aldeas. Se produce un aumento demográfico que exige una mayor especialización y
distribución de tareas y sin dejar de lado las actividades de carácter
simbólico y ritual.
Por la ley de la evolución manifiesta
Herbert Spencer: “Los organismos más
simples son más homogéneos a su interior y tienen una estructura y funciones
menos diferenciadas, con la evolución se van diferenciando y haciendo más
complejos. Del mismo modo, las sociedades primitivas, están compuestas por
individuos que son más homogéneos y
parecidos entre si y la individualidad de cada uno no está bien definida; con la evolución -establece Spencer- surgen nuevas y variadas organizaciones, la
estructura y las funciones se diferencian al igual que los individuos”.
Emilio Durkheim trabaja aquí con la
comparación entre dos tipos polares y opuestos de sociedad: las sociedades
primitivas, con escasa población y división de trabajo y las sociedades
avanzadas, más densas y con una división del trabajo mucho mayor.
En las sociedades arcaicas, es un hecho la
escasa división del trabajo; cuando la población es poco numerosa y está
asentada en un territorio amplio, puede sobrevivir realizando el mismo tipo de
tareas y explotando los mismos recursos. En estas circunstancias, los sujetos
se diferencian poco entre sí; la
sociedad está formada no por un conjunto de personas que son y hacen cosas
distintas, sino por familias o clanes, todos similares que desarrollan la misma
tarea.
Cuando la densidad de la población aumenta,
la división del trabajo se hace mayor y las personas comienzan a diferenciarse
entre sí, como resultado de que cada uno
realiza tareas distintas, comienza a darse una interdependencia entre todos los
miembros del grupo; este deja de estar segmentado y presenta ahora una
determinada organización.
El principio que rige este tipo de sociedad
es la diferencia y el vínculo que une a sus integrantes constituyendo la
“solidaridad orgánica”, la diferencia de los miembros del grupo permite que
cada uno de ellos desarrolle su propia individualidad, por lo cual comienza a
predominar la conciencia individual sobre la colectiva”. (Introducción a la sociología, Adriana Marrero, 6ta.edición, Marzo 1997,
Fundación de Cultura Universitaria.)
Esto parece sugerir que cuando el hombre
toma de la naturaleza los medios para su existencia con excesiva facilidad,
puede no superar la etapa de economía de recolección y caza; pero, si el
ambiente impone condiciones muy rigurosas para la supervivencia, las sociedades
humanas pueden adquirir un volumen importante de recursos, ya que éstos son tan
escasos, siendo muy pequeño el número de miembros que pueden sobrevivir con
ellos, es el caso de nuestros pueblos de cazadores- recolectores.
En el caso de
las tierras heladas, sus habitantes se encuentran aún hoy con este dilema.
En los aspectos estrictamente sociales, las
influencias climáticas son superadas ampliamente por las culturales, y cuanto
más compleja es la cultura material de un pueblo, menor es la incidencia del
factor climático o geográfico sobre dicho pueblo.
El hombre utilizó diversos materiales para
elaborar sus artefactos pero la piedra por su perduración inalterable tiene una
importancia fundamental para el estudio de las numerosas culturas permitiendo
reconstruir parte de su pasado.
En sitios donde es posible elegir entre
varios tipos líticos se considera que supieron elegir conscientemente la
materia prima a utilizar según el artefacto a elaborar; es así que elegían el
material según la dureza y la tenacidad.
La dureza permitirá elaborar piezas según
la función y la duración del elemento a realizar y la tenacidad permite el
lascado y tallado según el tipo de roca prefiriéndose las de fractura concoidal
que son las que en la talla se logran lascas con superficies cóncavas o convexas.
Por lo general, se emplean rocas silíceas
mientras que los cuarzos son más difíciles de tallar quebrando en pequeños
trozos.
Y no escapa a la tecnología y ergología
lítica las características de que deben tener los materiales utilizados para
las puntas de proyectil, elementos indispensables para la defensa y
abastecimientos de alimentos.
Para la elaboración de artefactos líticos, se
requiere conocimiento de factores tales como geología, estructura y componentes
de la materia prima, fuerza aplicada y reacciones, formas y ángulos, los
soportes para realización, forma, peso y materia prima usada.
Se procesa impactando una piedra ( núcleo)
en una posición determinada con otro núcleo denominado percutor con fuerzas y
ángulos precisos y luego con otros materiales como madera, hueso u otro
percutor lítico más pequeño se va retocando la lasca obtenida con el primer
impacto hasta formatear el útil a la forma requerida.
Se pueden utilizar apoyos denominados
yunques, lo que se denomina percusión con tres elementos y que deja rastros
bipolares en el objeto.
Los litos tienen composiciones y
estructuras distintas si tienen la red cristalina bien organizada, los
resultados del tallado serán más precisos.
La lasca forma en la cual se producirá el
golpe de extracción se debe preparar cuidadosamente para predecir el largo, ancho
y espesor de la lámina a obtener.
Las rocas pueden estar constituidas por una
sola especie mineralógica o por varias que son las más frecuentes. Los
principales minerales petrográficos son sílice (sobre todo en forma de cuarzo),
silicatos (en especial feldespatos), micas, piroxenos y anfíboles, y
carbonatos.
Las rocas de la corteza terrestre se
dividen en tres grupos: eruptivas (ígneas), sedimentarias y metamórficas.
Las rocas eruptivas o ígneas se originan en
zonas internas de la corteza, se forman al cristalizarse el magma, es decir
masas minerales en fusión.
Las rocas sedimentarias se forman en zonas
superficiales de la corteza terrestre, se originan por sedimentación de
materiales rocosos procedentes de la erupción de rocas preexistentes o por precipitación
de sales disueltas en las aguas de cuencas marinas.
Las rocas metamórficas se originan por
transformación, bajo los efectos de altas presiones y temperaturas de rocas
preexistentes.
Una característica que suelen presentar las
rocas metamórficas es la orientación preferencial de sus componentes minerales
como resultado de las presiones dirigidas a que fueron sometidas. Esta
característica le comunica a la roca un comportamiento particular haciéndola
fácilmente separable o fisible por los planos en que se han orientado los
minerales.
Algunos investigadores sostienen, luego de
experimentación, que tanto el peso de las puntas como de los astiles es
indicador de la funcionalidad del proyectil. (Fenega-1953)
Para obtener la máxima estabilidad
direccional y una efectiva penetración, el peso de la punta debe repartirse a
lo largo del astil, ya que si no el vuelo de la flecha es muy corto y de poca
potencia. Otros investigadores le dan al área de enmangue más importancia como
indicador funcional al considerar que esta zona debe correlacionarse con el
diámetro del astil (Forvis-1960-Wyckoff-1964); y se ha llegado a demostrar que
las puntas de flecha de unos 5 cms. de longitud son las más efectivas.
(J. Browne-1938-1940)
Los pueblos actuales emplean flechas que
pesan entre 20 y 30 grs. aprox. Se han empleado flechas de hasta 42 grs. de
peso (Pope-1962). Las que pesan 14 grs. empleadas con arcos simples han
demostrado gran eficacia en presas grandes como cérvidos.
Los proyectiles que sobrepasan los 35 mm.
De longitud tienen una mayor posibilidad de quebrarse siendo menos efectivos
llevando a que requiera tiempo y trabajo para su recuperación (reactivación).
En el material arqueológico europeo revela
la existencia de puntas de muy escaso
peso, apenas 2 grs., 1.5 grs. y hasta más ligeras de apenas 0,7 grs. y casi
todas las puntas bifaciales neolíticas se sitúan en torno a los 2 grs. de peso.
Los factores más importantes que afectan
tanto a la velocidad que alcanza la flecha como la del disparo, son el diseño
del proyectil y del arco, así como el peso del primero y la materia prima
empleada en la fabricación del arco.
La velocidad inicial del lanzamiento
depende de tres variables básicas: la magnitud de la fuerza desarrollada por el
arco, la velocidad de transmisión de la misma a la flecha y la masa a
desplazar. El excesivo peso de la punta o su defectuosa distribución a lo largo
del astil disminuye la velocidad y la eficacia. A sí mismo la velocidad de
expansión de los brazos y de la cuerda determinará en gran medida la cantidad
de energía cinética inicial que se transfiere a la flecha.
Los arcos simples no sobrepasan los 200
mts. de distancia.
Evidentemente que la aparición del arco en
el acervo cultural y tecnológico de uno o varios grupos es el resultado de una
evolución producto de un largo proceso de experimentación. La complejidad del
sistema de fabricación y el control de todos los factores que inciden en la
mayor o menor eficacia del arco, ha llevado un proceso evolutivo largo y
costoso pasando del arco simple al arco reforzado y al compuesto.
Los primeros prototipos de arcos estarían
realizados de ramas más o menos rectas y gruesas o bien de árboles jóvenes con
muy poca modificación. Los astiles serían fabricados de una sola pieza a partir
de ramas rectas y delgadas de árboles también jóvenes y no estarían emplumadas.
Análisis polínicos de cuevas de España demuestra la existencia en el entorno de
las materias primas necesarias para arcos y astiles.
Así los primeros pudieron estar realizados
en madera de olmo, nogal o tilo mientras que para los astiles a partir de ramas
de pino, avellano , etc.
Se vio que los proyectiles que sobrepasan
los 35 mm. de longitud son más propensos a quebrarse, así las puntas de flechas
no sobrepasan los 5 grs. de peso y la anchura de la zona de enmangue no supera
los 11mm. de longitud. El diámetro de los astiles normalmente se sitúa entre
los 8 mm. y los 9 mm.
La forma de las puntas determinan en gran
medida los sistemas de sujeción al astil.
Se supone debieron ser pegadas y atadas a
los astiles. También el análisis polínico del yacimiento de las cuevas
españolas estudiadas, constata la presencia de árboles cuyas resinas son
susceptibles de ser utilizadas como elementos adhesivos: El caso del pino y del
abedul.
Por otro lado, la presencia de vestigios de
ocre y el descubrimiento de una plaqueta con restos de este material asociado a
estructuras de combustión podría indicar el uso de resina, ocre y cera para la
elaboración de pegamentos de gran consistencia. Además los proyectiles pudieron
ser atados a los astiles con fibras vegetales y/o tendones de animales del
mismo.
“En el caso de las puntas con aletas y
pedúnculo, el sistema de enmangue que proponemos se realizaría mediante un
cajeado en el extremo distal del astil, perpendicular al eje longitudinal del
mismo. En esta muesca se introduciría el pedúnculo hasta el punto de unión con
el arranque de las aletas, sujetándolo al astil con resinas y/u otros elementos
adhesivos”.
Nosotros esta hipótesis la habíamos probado
sin adhesivo pero quedaba con la atadura reforzando el enmangue, actuando las
aletas como tope entre la punta y el astil, impidiendo el retroceso de la punta
en el momento del impacto.
“… Ante la dificultad existente en la
actualidad para asignar a los materiales arqueológicos (del Uruguay) concretas
identificaciones etnográficas; se observa la tendencia a realizar este tipo de
asignaciones sin un satisfactorio apoyo documental, por escasas referencias
históricas la ergología particular de cada uno de los grupos etnográficos, con
excepción de algunos casos limitados en los materiales de origen guaraní. (
Consens et al;1979: 1)
Los grupos conocidos no tenían sitios de
asentamientos fácilmente identificables por la bibliografía estudiada porque
los encuentros eran accidentales o por haber sido sitios de combate. Distintas
investigaciones en documentos, cartas, mapas y relatos de contactos tardíos,
más o menos, han localizado montículos y sitios arqueológicos interesantes para
un estudio contextual de patrones que reflejen la conducta humana permitiendo
estudiar la variedad de materiales en lo numérico y en la tipología.
Las puntas de proyectil sufren durante su
vida útil modificaciones como fragmentaciones al impactar sobre rocas, árboles,
huesos de animales. Esto lleva a que necesiten ser reactivadas ya sea por falta
de materia prima para confeccionar nuevas, economizar esfuerzo y por la
movilidad de los grupos tras las presas de caza, etc.
El éxito de la durabilidad del proyectil
puede depender del tipo de materia prima, la confección y la forma del enmangue
al astil.
Al referir economizar esfuerzo es
conveniente indicar que realizar una punta nueva lleva alrededor de 20 minutos
mínimos y para rejuvenecerla solo alcanzan 5 minutos.
Esto lo comprobamos experimentalmente con
un amigo que realiza el tallado de puntas.
Al reactivar una punta quebrada cambiarán
las dimensiones y la forma original.
La mayor variación como es lógico, recae
sobre el largo y en parte proporcional el ancho variando menos el espesor. En
las puntas pedunculadas este se mantiene constante. Si las aletas de las puntas
se fracturan se modifica la morfología de la punta convirtiéndose en las denominadas
puntas con hombro.
Se cree que la reactivación o restauración
se realizaba con la punta enmangada. Al reactivarse enmangadas lo que menos
varía es el pedúnculo; entonces, Femenías/ Iriarte clasificaron las puntas de
proyectil en base a la morfología del pedúnculo. Este dato nos proporcionó el
mismo Femenías, director en su momento del Museo de Canelones, mientras nos
hacía una demostración práctica en vidrio, conversando en la puerta del Museo.
Le dio forma con un trozo de asta de venado o percutor blando como se le conoce
y nos indicaba que tenían en el museo unas 25.000 piezas líticas de la
colección de Don Antonio Taddei con más de 1000 puntas del Río Negro medio y de
Tacurembó.
Es así que las clasificaron en 4 tipos:
yaguarí, yaguanesa, paso del puerto y
zapucay; la denominación corresponde al área geográfica en donde predominaban
los distintos tipos.
Al fabricar las puntas de proyectil se tuvo
en cuenta para qué serían utilizadas, lo que haría que tuvieran distintas
formas.
No era lo mismo emplearlas para cazar
animales grandes, que para aves o peces, que tienen distintas masas corporales,
reacciones diferentes al constatar la presencia del hombre. Las distintas
formas determinan el empleo teniendo en cuenta la distancia de aproximación
pero siempre va a determinar esas formas, la estructura de la materia prima,
las técnicas empleadas para su confección y la reutilización.
A veces, se encuentran puntas pequeñas que
algunos investigadores creen utilizadas para aves, realizadas
por niños aprendiendo a tallar y sin embargo, pueden ser puntas reutilizadas al
quebrarse y que obliga a su recuperación para ser empleadas como proyectil, a
la falta de material accesible.
En un trabajo de Rafael Suarez Sainz sobre
“Islas, lobos marinos y cazadores-recolectores-pescadores del litoral uruguayo”
en las conclusiones refiere a las colecciones particulares de Carlos Seijo
(1945) de Maldonado-Punta del Este y de Carlos Maeso (1977) de Cabo Polonio-
Valizas:
“Estas
espléndidas colecciones presentan algunos problemas a la hora de embarcarse en
su estudio: recolección asistemática- selectiva y falta de contexto son los más
destacados.”.
Sin
embargo, en ellas se pueden rescatar importantes y valiosos datos. A pesar de
las restricciones presentadas, vamos a señalar aspectos fundamentales en cuanto
a la información que brindan las colecciones arqueológicas. Primeramente hay
que advertir que la enorme cantidad de material arqueológico presente en las
colecciones es improbable encontrarlo en excavación (aspectos cuantitativos);
un ejemplo de esto lo marca la excavación I de Cabo Polonio de la cual se logró
recuperar una sola punta de proyectil (perteneciente al período inmediatamente
anterior al descubrimiento.
(Lopez-1993ª)
En cambio en las colecciones es frecuente
encontrarse con centenares de estos objetos. Estos materiales de las
colecciones creemos que sirven fundamentalmente para complementar el material
recuperado en excavación. En segundo lugar, estos materiales provenientes de
las colecciones arqueológicas son útiles pues permiten mejores condiciones para
estudiar el conjunto artefactual de los grupos humanos que prehistóricamente
ocuparon nuestro litoral atlántico. (Suarez-1995)
Estas colecciones también nos permiten a
través de la comparación etnográfica visualizar las distintas actividades que
se realizaron en nuestras costas (Ver tabla I).
Tabla I.
Comparación etnográfica: instrumentos y actividades específicas.
|
|
Instrumentos
|
Actividades
|
Manitos de moler, piedras con
hoyuelos, morteros
|
Procesamiento vegetales y/o pescado
|
Puntas de flechas y boleadoras
|
Caza
|
Pesas de red líticas
|
Pesca
|
Hachas lascadas y pulidas
|
Corte de madera
|
Mazas, rompecabezas y lenticulares
|
Guerra y/o caza
|
Ornitolitos y zoolitos
|
Ritual, simbólica
|
Enterramientos y ofrendas
|
Funebria
|
Según José Iriarte y Rafael Suarez (1993)
Fuente:
Colecciones Seijo Gallinal (Museo histórico nacional)— Textual.
En base a las colecciones arqueológicas
prehistórica se basaron J. Femenías y José Iriarte para el estudio y
construcción de una cronología cultural; un primer paso para el estudio de las
puntas de proyectil en este caso del Río Negro Medio.
Evidentemente que los materiales colectados
selectivamente y falta de contexto,
-aunque algunos estudios se realizaron
estratigráficamente- dificultan reconocer la profundidad cronológica y la
filiación cultural.
El análisis funcional de base microscópica
es el único método que permite identificar los diferentes tipos de materiales y
sustancias trabajadas como así también de las acciones realizadas con los
artefactos líticos. Así se logra acercar a los usos a los cuales han estado
sometidos los instrumentos a partir de su manufactura, se realizan experiencias
sistemáticas que consisten en la reproducción de artefactos líticos y su
utilización sobre diversos materiales; luego se analiza el material lítico
proveniente de contextos arqueológicos. En un programa experimental, producir y
describir diferentes tipos de rastros de uso microscópico en materias primas
locales (cuarcitas, calcedonias, sílices, riolitas, basalto y areniscas
silicificadas) al ser utilizadas sobre materiales como gramíneas, madera, piel,
hueso, etc. Y luego comparar los análisis con los artefactos líticos de un
sitio.
Desde los inicios de las investigaciones
arqueológicas, las interpretaciones sobre la utilización de artefactos estaban centradas
principalmente en la forma de los objetos hallados y de allí derivaba su
nomenclatura.
Nombres como raederas, raspador, cuchillo,
punta de flecha, etc. son términos descriptivos. (Sensu Mansur-1987)
Por ello, en algunos casos, tanto era más
importante la funcionalidad del objeto analizado como cuanto más complejas eran
sus características macro-observadas.
Aquellas nomenclaturas de pretensiones
funcionales ya se han constituido en categorías tipológicas aceptadas casi
unánimemente.
Todas las colecciones particulares presentan
a la hora de su estudio, las limitaciones ya señaladas: son recolecciones
superficiales asistemáticas- selectiva y falta de contexto.
Igualmente se pueden obtener datos
importantes y valiosos; hay una enorme cantidad de materiales que es casi imposible
encontrarlo en trabajos estratigráficos y que permiten mediante la comparación
etnográfica, visualizar las distintas actividades que se realizaron in situ.
Como por ejemplo: una punta de proyectil o
boleadora implica una actividad de caza, hachas para corte de árboles, mazas,
rompecabezas y lenticulares guerra y/o caza, pesas líticas para pesca,
ornitolitos y zoolitos indican ritual-
simbólica, enterramientos y ofrendas, funebria.( J. Iriarte y Rafael Suarez
)
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